[En la imagen: fotograma de la película "Solo ante el peligro"]
(Hace ya unos cuantos años, escribí una serie de sonetos inspirados en el cine que veía durante mi infancia y primera juventud, películas clásicas del oeste o cine negro. No todos quedaron como yo hubiera deseado, pero hay uno —éste— con el que estuve relativamente satisfecho. Lo mostré en su día en el foro de sonetos de POESÍA.COM., y hoy, ligeramente modificado, vuelvo a dejarlo aquí, como homenaje a aquel cine clásico que, a algunos, siempre nos acompañará.)
Marca las tres el reloj de la plaza.
Quema el silencio. Hay un sol de justicia.
El caminante, con calma ficticia,
parece ajeno ante toda amenaza.
Ningún testigo. Se inicia la caza
del forastero. La tarde es propicia.
Mientras, el hombre —medida pericia—
amaga un gesto: sutil añagaza.
Detiene el paso. Enciende un pitillo.
Echa un vistazo. Calcula. De frente,
vienen dos tipos hacia él por la acera.
Piensa la mano. Aguarda el gatillo.
Vibra un revólver. Dos tiros. La gente
sale a las puertas. Calor. Tolvanera.
(Ya colgado el soneto, he seguido dándolo vueltas, de modo que he llegado a esta otra versión, que, no sé si por más reciente o porque realmente ha quedado más solida, a mí me convence un poco más. Aquí dejo las dos, para quien quiera compararlas.)
Marca las tres el reloj de la plaza.
Arde el silencio ante un sol de justicia.
El pistolero, con calma ficticia,
avanza atento a cualquier amenaza.
Ningún testigo. Comienza la caza
del forastero. La tarde es propicia.
El viento sopla. La cuenta se inicia.
Y esta partida ha de ser a una baza.
Detiene el paso y enciende un pitillo.
Echa un vistazo, calcula. De frente,
vienen dos tipos hacia él por la acera.
Piensa la mano, despierta el gatillo,
ruje el revólver... Dos tiros. La gente
sale a las puertas. Calor. Tolvanera.